Mateo 4:1
"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo"
El Señor me ha llamado la atención con dos ideas mientras meditaba esta mañana en este texto.
- Solo nos podemos preparar para las batallas de la vida en comunión intima y sincera con Dios cada mañana. Solo podemos conseguirlo en un lugar solitario, en el desierto, donde poder estar a solas con él sin que nada nos distraiga de ese proposito. Si el Espíritu guió a Jesús al desierto para prepararle para su ministerio público, ¿cuanto más lo necesitaremos nosotros?
- Incluso en aquel lugar en que nos podamos sentir más protegidos y en comunión con Dios, Satanás estará acechando para atacarnos. En ocasiones creemos que en la iglesia, por ejemplo, no seremos atacados por el diablo y nos escondemos en ella para refugiarnos del enemigo. Nos equivocamos totalmente. Incluso en lugares de comunión más palpable como la iglesia, Satanas acecha los corazones para apartarlos del Dios verdadero. A veces hemos levantado paredes tan altas entre nuestras iglesias y el mundo exterior, que ni el Espíritu Santo ha podido saltarlas para entrar.
Busquemos al Señor cada mañana en verdadera intimidad y lancemonos al contacto con los demás sin miedo. No se trata de dónde estamos sino de con quién estamos, y nosotros estamos con el Todopoderoso. Amen.
Un abrazo y feliz día,
Roberto.
"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo"
El Señor me ha llamado la atención con dos ideas mientras meditaba esta mañana en este texto.
- Solo nos podemos preparar para las batallas de la vida en comunión intima y sincera con Dios cada mañana. Solo podemos conseguirlo en un lugar solitario, en el desierto, donde poder estar a solas con él sin que nada nos distraiga de ese proposito. Si el Espíritu guió a Jesús al desierto para prepararle para su ministerio público, ¿cuanto más lo necesitaremos nosotros?
- Incluso en aquel lugar en que nos podamos sentir más protegidos y en comunión con Dios, Satanás estará acechando para atacarnos. En ocasiones creemos que en la iglesia, por ejemplo, no seremos atacados por el diablo y nos escondemos en ella para refugiarnos del enemigo. Nos equivocamos totalmente. Incluso en lugares de comunión más palpable como la iglesia, Satanas acecha los corazones para apartarlos del Dios verdadero. A veces hemos levantado paredes tan altas entre nuestras iglesias y el mundo exterior, que ni el Espíritu Santo ha podido saltarlas para entrar.
Busquemos al Señor cada mañana en verdadera intimidad y lancemonos al contacto con los demás sin miedo. No se trata de dónde estamos sino de con quién estamos, y nosotros estamos con el Todopoderoso. Amen.
Un abrazo y feliz día,
Roberto.
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