Tan sólo mirando hacia arriba podremos andar por este mundo sin tropezar.

lunes, 21 de mayo de 2007

"Estad quietos, y conoced que yo soy Dios."


"Mientras el Salvador estaba en la presencia de Dios recibiendo dones para su iglesia, los discípulos pensaban en su tumba vacía, se lamentaban y lloraban. Aquel día de regocijo para todo el cielo era para los discípulos un día de incertidumbre, confusión y perplejidad.... Las nuevas de la resurrección de Cristo eran tan diferentes de lo que ellos esperaban que no las podían creer. Eran demasiado buenas para ser la verdad, pensaban. Habían oído tanto de las doctrinas y llamadas teorías científicas de los saduceos, que era vaga la impresión hecha en su mente acerca de la resurrección. Eran incapaces de comprender ese gran tema." DTG 735


Muchas veces me he sentido así. ¿Tú no? Se me olvida que tengo un Dios realmente grande, y que sus pensamientos no tienen nada que ver con los míos. Mientras mi Jesús está trabajando por mi y a mi lado, yo me empeño en girar la cabeza y no verlo. Mientras derrama bendiciones en abundancia sobre mi vida, yo me empecino en sólo ver las cosas que no entiendo. Mientras el cielo se regocija cuando por fin se me "escapa" un testimonio y alguna persona levanta los ojos del suelo y mira el cielo, yo me quedo con la cabeza gacha y ensimismado en mis propios pensamientos... ¿Porqué soy así? ¿Porqué sucede esto? ¿Cómo puedo evitarlo? Fácil. Muy fácil. Cierra los ojos y por unos segundos deja de pensar en nada. ¿Escuchas ese sonido? ¿Oyes esa voz tranquila y calmada? Es la de tu creador que quiere tener un momento de compañía contigo. Es la voz de Dios. Nos invita: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios."

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